NEW ADVENTURES IN HIGH HEELS

Ultimamente he cambiado el sur de Europa por la costa de Mauritania. En el trabajo alterno pixeles con tacones y en lo sentimental escucho a Roberta Flack porque me recuerda a Bola de Nieve.


Este cartel responde a uno de esos recuerdos que quizá sea una invención. Hace años en Madrid una amiga me enseñó el libreto de un DVD sobre Carmen Amaya y quiero creer que allí vimos un cartel de los años 50 en el que Carmen bailaba sobre la seta nuclear, imagen que conquistó un lugar en mi memoria, y que siempre quise recuperar pero que nunca he podido volver a encontrar, por más que la he buscado (en internet). Así que aprovechando que tenía que publicitar el curso de baile rehice el concepto que recordaba adaptándolo a mis necesidades. El espejismo que yo me crucé no era un montaje fotográfico, sino un dibujo, y solo aparecía una Carmen, que juraría estaba en esta postura:




Otro cartel de baile flamenco que me persigue por las noches es uno que vi en el Club Eshavira de Granada (no sé si sigue colgado allí) que a mi me transportó inmediatamente un fotograma de West Side Story en el que los chicos en uno de los mil saltos que incluyen sus coreografías levantan las manos, y la cámara en un picado cenital recoge sus manos extendidas aproximándose con la fuerza del salto. Era un cartel de un espectáculo de Mario Maya, que, aunque sea en baja calidad, sí he podido reencontrar y corroborar su naturaleza de recuerdo en estas fotos que la gente ha colgado del club:



Y aunque el plano no es como lo recordaba (pasa del picado cenital a un contrapicado, lo que lo aleja bastante del poster de Mario Maya, aunque sigo viendo familiaridad)creo que mis neuronas hablaban del min 4:40


La termomix de llevamos bajo la peluca es lo que tiene, que a veces fija, y otras inventa. También nos pasa eso a lxs flamencxs con el Flamenco, a veces te acompaña y otras te deja solo; y unas veces es mejor lo primero y otras veces lo último. Yo, como buen Pink Flamingo que soy, ni vivo en una espiral de fiestas autodestructivas, ni me corto las venas escuchando siguirillas todas las mañanas, sino todo lo contrario.




Decía lo de Roberta Flack al principio, muy en la línea contradictoria que me crea el flamenco. Me hace mucha gracia cómo Roberta le dice a sus amantes en las letras de sus canciones que les necesita a morir, pero cómo lo que dice, suena a cualquier otra cosa liviana, dándole carácter de necesidad de primer orden y al mismo tiempo reduciéndolo a palabras que se pronuncian por puro pacer de ser escuchadas. Y sin ser falsa ni en el fondo ni en la forma. Así es más llevadera una necesidad de ese tipo, ciertamente.



Por último les tengo que agradecer a la gente de La Nave el haber puesto en pie en esta isla el sitio que siempre busco en todas las ciudades para bailar, donde pueda hacer carteles con Carmen Amaya saliendo de una bomba nuclear y no les de miedo el qué dirán.

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